Comienzo de año y nueva década.
Supongo que nos encontramos todos un poco con lo mismo. Balance de lo acontecido los últimos meses, y empezando a escribir (o repasar mentalmente) las ideas y proyectos para los venideros.
Al final he podido encontrar conexión para desearos a todos una buena entrada de año, que creo que básicamente consiste en empujar nuestros pasos con la energía más positiva posible, en soñar un poco, y en crear ilusiones de esas que nos mantienen vivos, y que son suficientemente buenas como para pavimentar un camino tan interesante en sí mismo, que nos haga incluso despreocuparnos de la meta o del resultado final.
Así que con poquito más que añadir a éste 2009 que dejamos atrás, y con un 2010 que se presenta excitante y vertiginoso a partes iguales, solo me queda la despedida de rigor y dejaros con ésta fotografía tomada durante el maravilloso amanecer que tuvimos la suerte de disfrutar ayer.
¡¡Feliz Año Nuevo!!!
jueves, 31 de diciembre de 2009
martes, 29 de diciembre de 2009
Driving through the Winter Wonderland
Éstos últimos días, tan navideños ellos, los hemos pasado de ruta a través de los bosques del norte de Ontario, las praderas del centro de Canadá, y ahora cogemos ya los últimos kilómetros por Las Rocosas camino de Vancouver.
Como os podéis imaginar, la nieve ha sido la protagonista absoluta de todo el viaje, así que os dejo con unas fotos tomadas durante el trayecto.
Con ésta imagen llegando a Calgary lo dejo por hoy, sin demasiado tiempo para florituras literarias, y sin la certeza de saber si me conectaré antes de fin de año, así que solo me queda desearos a todos que tengáis una genial entrada del 2010.
¡Un abrazo y Feliz Año Nuevo!
Como os podéis imaginar, la nieve ha sido la protagonista absoluta de todo el viaje, así que os dejo con unas fotos tomadas durante el trayecto.
Aspecto de nuestra querida Transcanada, en una mañana de respiro entre nevadas por Ontario.
Cerquita de Nipigon
Éste es mi careto, para que luego no diga mi hermano que no salgo en ninguna foto (Eladio, ya sabes, jejeje).
Muchos quitanieves limpiando a buen ritmo, eso hay reconocerlo.
Repostaje habitual en Nipigon.
Se empezaba a poner interesante...
Cada veinte o treinta minutos, la amena tarea de quitar el hielo de los limpiaparabrisas.
"Everything is ok!!!"
"Everything is ok!!!"
¿No quieres "Navidades blancas"?, pues toma dos tazas.
Al día siguiente, con la llegada a las praderas de Manitoba, el Sol decide acompañarnos por fín.
Lo mejor para moverse en el invierno canadiense, las motos de nieve. Las cunetas parecen auténticas autopistas repletas de cientos de valientes con sus vehículos.
Parece que ha nevado "un poco" éstos últimos días en Saskatchewan.
Con ésta imagen llegando a Calgary lo dejo por hoy, sin demasiado tiempo para florituras literarias, y sin la certeza de saber si me conectaré antes de fin de año, así que solo me queda desearos a todos que tengáis una genial entrada del 2010.
¡Un abrazo y Feliz Año Nuevo!
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miércoles, 23 de diciembre de 2009
Happy Solstice!!!!
¡Feliz solsticio a todos!
Sí, ya sé que en éstas fechas de celebraciones, no es precisamente lo que esperabais escuchar o leer, pero en el fondo, ¿no tendría más lógica celebrar el comienzo del año con un evento tan natural como el inicio del nuevo ciclo solar?.
Ayer, a eso de las cinco de la tarde sucedió el solsticio de invierno, que como la mayoría sabéis, es el momento en el que la inclinación del eje de la Tierra llega a su punto máximo, iniciando en ese momento el maravilloso viaje contrario, cual ave fenix, para recibir por nuestra parte, días con mayor cantidad de horas de luz.
La diferencia en éstas semanas posteriores es escasa, pero el hecho de saber que los días van para "arriba" y no para "abajo" es un aliciente importante, especialmente para los que vivimos en el "mundo exterior" y dependemos de la cantidad de horas de luz para hacer con mayor o menor tranquilidad nuestra labor.
Sobra que os explique la brutal diferencia entre conducir unos pocos minutos de noche, como sucede en verano, a pasar prácticamente el día entero a oscuras siguiendo las reflectantes líneas de la carretera como ahora.
El estado de ánimo de uno viene en parte determinado por las ganas de ver el vaso medio lleno o medio vacío, así que para mí, el saber que puedo contar con ese pequeño regalo de tiempo solar extra cada día, me ayuda a cogerlos con un poco más de energía.
Lo dicho, ¡felices fiestas, solsticios. y lo que caiga para todos!
Fotos frescas (y nunca mejor dicho), en camino...
Para acompañar la entrada, os dejo con "Govinda", un tema que me encanta de los británicos Kula Shaker.
Sí, ya sé que en éstas fechas de celebraciones, no es precisamente lo que esperabais escuchar o leer, pero en el fondo, ¿no tendría más lógica celebrar el comienzo del año con un evento tan natural como el inicio del nuevo ciclo solar?.
Ayer, a eso de las cinco de la tarde sucedió el solsticio de invierno, que como la mayoría sabéis, es el momento en el que la inclinación del eje de la Tierra llega a su punto máximo, iniciando en ese momento el maravilloso viaje contrario, cual ave fenix, para recibir por nuestra parte, días con mayor cantidad de horas de luz.
La diferencia en éstas semanas posteriores es escasa, pero el hecho de saber que los días van para "arriba" y no para "abajo" es un aliciente importante, especialmente para los que vivimos en el "mundo exterior" y dependemos de la cantidad de horas de luz para hacer con mayor o menor tranquilidad nuestra labor.
Sobra que os explique la brutal diferencia entre conducir unos pocos minutos de noche, como sucede en verano, a pasar prácticamente el día entero a oscuras siguiendo las reflectantes líneas de la carretera como ahora.
El estado de ánimo de uno viene en parte determinado por las ganas de ver el vaso medio lleno o medio vacío, así que para mí, el saber que puedo contar con ese pequeño regalo de tiempo solar extra cada día, me ayuda a cogerlos con un poco más de energía.
Lo dicho, ¡felices fiestas, solsticios. y lo que caiga para todos!
Fotos frescas (y nunca mejor dicho), en camino...
Para acompañar la entrada, os dejo con "Govinda", un tema que me encanta de los británicos Kula Shaker.
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domingo, 13 de diciembre de 2009
Thoughts about minor art from the freezer
Antes de nada, que conste en acta, que tanto el título de ésta entrada, así como su contenido, pueden estar escritos bajo la influencia de congelación parcial de mi cerebro (así como otras partes de mi cuerpo).
Anoche en Saskatoon, ciudad más grande de Saskatchewan, la más "tropical" de las provincias de todo el sur de Canadá, se registraban -40ºC, que junto con la "brisilla" que soplaba, hacían la maravillosa sensación térmica de -48ºC, cifras ya muy a tener en consideración.
Los intensos dolores sufridos, aún embutido hasta las cejas en 16 capas de ropa, en los escasos 20 segundos que pasé fuera yendo a por un café (que llegó al camión en forma de Mikolapíz), así lo atestiguan.
Algunos pilotos del cuadro de instrumentos del camión, se encendían de vez cuando, no demasiado contentos con el "fresco" que le entraba al motor.
La sencilla tarea de separar la cabina del trailer, que en condiciones normales supone unos 5 minutos, se convierte en una titánica empresa, en la que todo son problemas, gomas que se pegan debido a la temperatura como si hubieses echado cola de contacto, los dedos no responden multiplicando por dos el tiempo de exposición exterior, el dolor en el pecho con el corazón a mil por hora por la pobre respiración...
Hoy se recomendaba no sacar a los niños de casa, y no estar a la intemperie más de dos minutos, si no se quiere acabar con un ataque cardíaco o perdiendo falanges a pares.
Doloroso e inhumano.
Menos mal que eso hace que la gente se eche un cable cuando hace falta.
Ésta mañana, un hombre de unos 50 intentaba sin resultado separar el trailer de su camión, porque la quinta rueda (el nexo entre ambas) estaba congelada, así que sus fallidos intentos no conseguían nada.
En el último tirón, ha llegado a pasar fuera casi dos minutos (a -47ºC).
Cuando se ha puesto con las manos en las rodillas desfallecido, hemos salido corriendo cuatro compañeros, uno se lo ha llevado dentro, y entre los otros tres haciendo palanca, hemos conseguido liberarle. Sin mediar palabra, como para andar gastando oxígeno.
Un gesto con la mano, y las lágrimas de impotencia y agradecimiento del señor han sido todo.
Una vez más, me quito el sombrero ante las narices que tuvieron los colonos en su día, o los indios nativos durante siglos.
...
Cambiando de tercio, retomando el hilo de los acontecimientos, y aprovechando que nos encontramos cerca de las entrañables Navidades, a ver si entre todos conseguimos recaudar algo de pasta, y les compramos un puto quitanieves a los de mantenimiento de carreteras de Nebraska.
Pasando por el norte del estado de Kansas, la cantidad de nieve en los campos era importante, pero el asfalto estaba en perfectas condiciones.
Fue cruzar el cartel de "Bienvenido a Nebraska... La buena vida", y aquello parecía el Pirineo Aragonés en plena temporada de esquí. ¡No habían limpiado nada!, un montón de coches en el dique, y la carretera a más de 30 cm. por debajo de la generosa capa de nieve "Made in the Prairies".
El equipo de limpieza estatal consiste por lo visto en un saco de 5 kilos de sal, una pala, y tres elementos que se la van turnando.
Un cachondo local, gerente de una gasolinera me espetó:
"¡Pa´ qué limpial-lo, si va a volver a caer en tres días otra vez!, jajaja!".
Por esa regla de tres, en Canadá teníamos que andar todos con crampones, y en camiones-oruga, en fín...
Alex (Cabezabomba), Linóleo... ¡sóis unos campeones!, ¡eso es vivir en el América profunda y lo demás son chorradas!.
Yendo al tema del título, como la mayoría sabéis, a los norteamericanos les encanta el tema de las reformas en el hogar, reparar los vehículos, comprar verdaderas chatarras y pasarse unos años poniéndolo a punto... cualquier cosa donde puedan pringarse las manos un rato.
Hablando con un tipo de Michigan sobre las bondades de un nuevo tipo de escayola en gel (ahí queda eso), mi cabeza se acabo marchando al de unas horas, un poco más allá de los trabajos manuales.
¿Qué pasa con nuestra capacidad manual para desarrollar "arte menor"?, ¿porqué se deja de lado con tanta facilidad la pretecnología cuando nos hace tanto bien?.
Creo que muchos estaremos de acuerdo en que hay pocas cosas más placenteras y relajantes que meter las manos en un tocho de barro húmedo y darle forma, bien sea para crear una figura, un jarrón, o ese cenicero que luego no sabes dónde colocar.
A lo que voy es que tenemos dos manos y un cerebro que nos da la capacidad de realizar cosas absolutamente fantásticas, y aunque muchos dicen: "¡Es que me queda como un churro!", no se trata de vender nada, ni de montar una exposición, consiste en disfrutar con el proceso en sí mismo.
Cuando somos niños, nos ponen a todos a dibujar, a colorear, a jugar con plastilina, y después la mayoría lo abandonan como si no fuese con ellos, cuando es una actividad que ha estado ligada al ser humano desde que habitábamos las cavernas.
Es una necesidad como el comer, esa expresión plasmada en un dibujo, modelando una pieza de barro o esculpiendo una piedra, llena una carencia que aunque algunos nieguen, todos tenemos dentro.
Ponerse perdido de pintura, mezclar colores sobre un lienzo o una pared... ¿porqué les resulta a demasiada gente tan lejano?.
Me gustaría ver la cara de los compañeros de oficina de un trabajador de una sucursal bancaria al decir:
"Me acabo de comprar un caballete, unos óleos, y estoy impaciente por empezar a pintar bodegones".
¿Porqué no?, cuantas limitaciones autoimpuestas.
La liberación interior que se siente al dar rienda suelta a esa parte creativa nuestra, nos ayudaría en muchos otros aspectos del día a día.
Si la gente gastase más dinero en pinceles o acuarelas, que en un alerón más grande para el coche o una TV de LCD de 98 pulgadas, creo que nos iría un poco mejor a todos.
Yo no puedo pasar demasiado días sin rasgar un rato la guitarra, la fotografía suple esa otra parte artística a la que necesito dar salida, y crecí viendo a mi padre y mis hermanos pasando horas entre lapiceros y pinturas, maravilloso recuerdo.
Todo el mundo tiene esas voces dentro, pero se pasan la vida sin querer escucharlas, cuando se tragan horas de televisión y se creen realmente que tal o cual Mercedes es mejor para sus vidas que nosequé Volkswagen, o que tal crema antiarrugas les va a adelgazar 40 kilos y hacer sentir 20 años más joven... una pena. No nos dedicamos el tiempo real que nos merecemos.
Desde aquí, os animo a todos a que cojáis un lapicero y os paséis un rato haciendo bocetos, de lo que sea, sin demasiadas expectativas, por el hecho de regalaros un rato de calma, entre vosotros, ese lapicero y el papel que reciba las líneas que salen de vuestra cabeza.
El que se apunte a clases de piano, flauta travesera, bandurria o harmónica a principios de año, se lleva un gallifante también.
Hoy tengo un día de esos.
Aporto mi granito de arena con éste temazo de los Beatles, de uno de mis álbumes favoritos, el "Sgt. Pepper", compuesto e interpretado por Mr. George Harrison, en la genial comunión musical entre el folk hindi y el pop británico de los sesenta.
Escuchar éste tema a todo volúmen durante 15 minutos seguidos (el original, antes de ser recortado duraba más de 40), suple la carencia de setas de las "divertidas", en serio, jejeje.
"Within you, without you"
¡Un abrazo enorme!.
Anoche en Saskatoon, ciudad más grande de Saskatchewan, la más "tropical" de las provincias de todo el sur de Canadá, se registraban -40ºC, que junto con la "brisilla" que soplaba, hacían la maravillosa sensación térmica de -48ºC, cifras ya muy a tener en consideración.
Los intensos dolores sufridos, aún embutido hasta las cejas en 16 capas de ropa, en los escasos 20 segundos que pasé fuera yendo a por un café (que llegó al camión en forma de Mikolapíz), así lo atestiguan.
Algunos pilotos del cuadro de instrumentos del camión, se encendían de vez cuando, no demasiado contentos con el "fresco" que le entraba al motor.
La sencilla tarea de separar la cabina del trailer, que en condiciones normales supone unos 5 minutos, se convierte en una titánica empresa, en la que todo son problemas, gomas que se pegan debido a la temperatura como si hubieses echado cola de contacto, los dedos no responden multiplicando por dos el tiempo de exposición exterior, el dolor en el pecho con el corazón a mil por hora por la pobre respiración...
Hoy se recomendaba no sacar a los niños de casa, y no estar a la intemperie más de dos minutos, si no se quiere acabar con un ataque cardíaco o perdiendo falanges a pares.
Doloroso e inhumano.
Menos mal que eso hace que la gente se eche un cable cuando hace falta.
Ésta mañana, un hombre de unos 50 intentaba sin resultado separar el trailer de su camión, porque la quinta rueda (el nexo entre ambas) estaba congelada, así que sus fallidos intentos no conseguían nada.
En el último tirón, ha llegado a pasar fuera casi dos minutos (a -47ºC).
Cuando se ha puesto con las manos en las rodillas desfallecido, hemos salido corriendo cuatro compañeros, uno se lo ha llevado dentro, y entre los otros tres haciendo palanca, hemos conseguido liberarle. Sin mediar palabra, como para andar gastando oxígeno.
Un gesto con la mano, y las lágrimas de impotencia y agradecimiento del señor han sido todo.
Una vez más, me quito el sombrero ante las narices que tuvieron los colonos en su día, o los indios nativos durante siglos.
...
Cambiando de tercio, retomando el hilo de los acontecimientos, y aprovechando que nos encontramos cerca de las entrañables Navidades, a ver si entre todos conseguimos recaudar algo de pasta, y les compramos un puto quitanieves a los de mantenimiento de carreteras de Nebraska.
Pasando por el norte del estado de Kansas, la cantidad de nieve en los campos era importante, pero el asfalto estaba en perfectas condiciones.
Fue cruzar el cartel de "Bienvenido a Nebraska... La buena vida", y aquello parecía el Pirineo Aragonés en plena temporada de esquí. ¡No habían limpiado nada!, un montón de coches en el dique, y la carretera a más de 30 cm. por debajo de la generosa capa de nieve "Made in the Prairies".
El equipo de limpieza estatal consiste por lo visto en un saco de 5 kilos de sal, una pala, y tres elementos que se la van turnando.
Un cachondo local, gerente de una gasolinera me espetó:
"¡Pa´ qué limpial-lo, si va a volver a caer en tres días otra vez!, jajaja!".
Por esa regla de tres, en Canadá teníamos que andar todos con crampones, y en camiones-oruga, en fín...
Alex (Cabezabomba), Linóleo... ¡sóis unos campeones!, ¡eso es vivir en el América profunda y lo demás son chorradas!.
Yendo al tema del título, como la mayoría sabéis, a los norteamericanos les encanta el tema de las reformas en el hogar, reparar los vehículos, comprar verdaderas chatarras y pasarse unos años poniéndolo a punto... cualquier cosa donde puedan pringarse las manos un rato.
Hablando con un tipo de Michigan sobre las bondades de un nuevo tipo de escayola en gel (ahí queda eso), mi cabeza se acabo marchando al de unas horas, un poco más allá de los trabajos manuales.
¿Qué pasa con nuestra capacidad manual para desarrollar "arte menor"?, ¿porqué se deja de lado con tanta facilidad la pretecnología cuando nos hace tanto bien?.
Creo que muchos estaremos de acuerdo en que hay pocas cosas más placenteras y relajantes que meter las manos en un tocho de barro húmedo y darle forma, bien sea para crear una figura, un jarrón, o ese cenicero que luego no sabes dónde colocar.
A lo que voy es que tenemos dos manos y un cerebro que nos da la capacidad de realizar cosas absolutamente fantásticas, y aunque muchos dicen: "¡Es que me queda como un churro!", no se trata de vender nada, ni de montar una exposición, consiste en disfrutar con el proceso en sí mismo.
Cuando somos niños, nos ponen a todos a dibujar, a colorear, a jugar con plastilina, y después la mayoría lo abandonan como si no fuese con ellos, cuando es una actividad que ha estado ligada al ser humano desde que habitábamos las cavernas.
Es una necesidad como el comer, esa expresión plasmada en un dibujo, modelando una pieza de barro o esculpiendo una piedra, llena una carencia que aunque algunos nieguen, todos tenemos dentro.
Ponerse perdido de pintura, mezclar colores sobre un lienzo o una pared... ¿porqué les resulta a demasiada gente tan lejano?.
Me gustaría ver la cara de los compañeros de oficina de un trabajador de una sucursal bancaria al decir:
"Me acabo de comprar un caballete, unos óleos, y estoy impaciente por empezar a pintar bodegones".
¿Porqué no?, cuantas limitaciones autoimpuestas.
La liberación interior que se siente al dar rienda suelta a esa parte creativa nuestra, nos ayudaría en muchos otros aspectos del día a día.
Si la gente gastase más dinero en pinceles o acuarelas, que en un alerón más grande para el coche o una TV de LCD de 98 pulgadas, creo que nos iría un poco mejor a todos.
Yo no puedo pasar demasiado días sin rasgar un rato la guitarra, la fotografía suple esa otra parte artística a la que necesito dar salida, y crecí viendo a mi padre y mis hermanos pasando horas entre lapiceros y pinturas, maravilloso recuerdo.
Todo el mundo tiene esas voces dentro, pero se pasan la vida sin querer escucharlas, cuando se tragan horas de televisión y se creen realmente que tal o cual Mercedes es mejor para sus vidas que nosequé Volkswagen, o que tal crema antiarrugas les va a adelgazar 40 kilos y hacer sentir 20 años más joven... una pena. No nos dedicamos el tiempo real que nos merecemos.
Desde aquí, os animo a todos a que cojáis un lapicero y os paséis un rato haciendo bocetos, de lo que sea, sin demasiadas expectativas, por el hecho de regalaros un rato de calma, entre vosotros, ese lapicero y el papel que reciba las líneas que salen de vuestra cabeza.
El que se apunte a clases de piano, flauta travesera, bandurria o harmónica a principios de año, se lleva un gallifante también.
Hoy tengo un día de esos.
Aporto mi granito de arena con éste temazo de los Beatles, de uno de mis álbumes favoritos, el "Sgt. Pepper", compuesto e interpretado por Mr. George Harrison, en la genial comunión musical entre el folk hindi y el pop británico de los sesenta.
Escuchar éste tema a todo volúmen durante 15 minutos seguidos (el original, antes de ser recortado duraba más de 40), suple la carencia de setas de las "divertidas", en serio, jejeje.
"Within you, without you"
¡Un abrazo enorme!.
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miércoles, 9 de diciembre de 2009
Villancicos con sabor a lima
¿Hay algo más grande que darse una ducha escuchando rancheras de Rocío Durcal a todo volúmen, acompañadas por los coros de la señora de la limpieza?
Quién me iba a decir a mí, que iba a escribir una entrada en diciembre después de sudar la gota gorda a 31ºC, ¡positivos!.
De Laredo me mandaron más al sur, a Edingurg, donde cae plomo fundido mientras colocan las luces de Navidad, pero empecemos por el principio...
Con éstas entradas, el blog empieza a parecer una compilación de los sueños eróticos de Mario Picazo, pero lo cierto es que la ocasión bien lo merece.
El Apocalipsis llegó el pasado fin de semana a Alberta en forma de blizzard, o tormenta de nieve de agárrate y estate quieto.
Edmonton no había visto nada similar desde el 2003, y Calgary, siendo una ciudad de más de un millón de habitantes, estuvo incomunicada por vía terrestre y aérea durante distintos periodos del fin de semana.
Lo que más gracia me hace es pensar en lo que la gente que no vive por éstas latitudes (españoles, por ejemplo) asocia con el hecho de nevar: "Ohhhhh, que potito, ¡mira cómo caen los copitos!".
Pues bien, cuando viene una tormenta de ésta envergadura, la nieve no cae, la nieve vuela a una velocidad increíble en todas las direcciones, te barre, te azota, visibilidad nula... os hacéis una idea, ¿no?.
Habían avisado desde el jueves de que aquello iba a ser importante, se hablaba de unos 20 o 30 cm. de nieve, vientos por encima de 100km/h., pero hasta ahí nada demasiado particular, lo típico del invierno en Alberta.
Lo que pasó fue que por lo visto, la tormenta había estado haciendo halterofilia a escondidas, y cuando llegó a Calgary, aquello se convirtió en la segunda parte del "Día de Mañana".
Fotos del Vancouver Sun:
Oliver Ennis, Herald Reader
Vientos semi-huracanados de 130 km/h, y una cantidad de nieve como no se veía en años. Las autopistas de acceso se tuvieron que cortar al tráfico, así como la mayoría de vuelos en el aeropuerto.
El caos en la ciudad era total, ni taxis, ni autobuses, y el gobierno recomendando a los ciudadanos que por favor, se quedasen en casita decorando el árbol de Navidad.
Jennifer Riddel, Herald Reader
Yo tuve una suerte increíble, el jueves por la tarde (el día anterior a la tormenta) había cargado en Brooks, así que al menos pude llegar hasta la frontera, en la división entre Alberta y Montana.
El viernes amanecía descubierto para mí en Sweetgrass, con la impresionante visión en el horizonte de una barrera de nubes absolutamente negras que se acercaban con muy mal humor a gran velocidad.
Las caras de los camioneros que bajaban de Alberta, eran como si hubiesen visto un fantasma, y no paraban de repetir: "¡No os quedéis aquí!, tirad para el sur lo más rápido posible, ¡que viene!".
Y eso hicimos.
Me pasé todo el viernes escapando de la tormenta, llegué a coger algo de nieve en Wyoming, pero nada en comparación con la que había caído en Canadá. Afortunado, muy afortunado ésta vez.
De hecho, la empresa no paraba de mandar mensajes vía satélite a la flota, exigiendo a todos los conductores que se encontraban en el sur de Alberta, o yendo hacia allí, que estacionasen el vehículo hasta nueva órden.
Las noticias llegaron casi 24h. más tarde, con la apertura de la autopista al tráfico, pero la situación seguía siendo realmente complicada.
Total, que bajada hasta Laredo sin problemas, descanso de un día, y contento de catar 17ºC, que ya me parecían una barbaridad.
Llegaron las cargas de regreso, todas ellas en pueblos cercanos al Caribe (Edinburg, Mission...), en la zona más al sur que uno puede viajar en los EEUU.
¿Qué puedo decir de viajar por México... ¡perdón!, por el sur de Texas?, pues que cada vez me gusta más venir por aquí, son tantas cosas las que se vuelven familiares.
Lo primero el olor. Los olores se recuperan al entrar el termómetro en números positivos, la variedad de la vegetación junto con una comida similar a veces a la española, hacen una mezcla reconocible para mi pituitaria.
El idioma, ver TODO escrito en español, hasta los carteles para la re-elección del sheriff, escuchar el soniquete de tu lengua materna por todas partes, incluyendo la radio "Lupita... la que pone tus cansiones favoritas", esos temas de Camilo Sesto, de Jose Luis Perales... al que no se le escape casi una lagrimilla en ésta situación después de casi haberse congelado el culo hace una semana, es que no tiene corazón.
"¿Y cómo es él?, ¿a qué dedica el tiempo libreeeeeeee?".
Basado en hechos reales.
La gota que colma el vaso es ver sucursales del BBVA por todas partes, así que si juntamos todo ésto con la certeza de encontrar comida en condiciones en cualquier esquina, creo que viajar por el sureste tejano ha hecho que me enamore ya definitivamente de Mexico... y el que me diga que los pueblos a éste lado de la frontera no pertenecen a Mexico, que se dé un paseo conmigo y me lo demuestre.
La luz, esa luz tan blanca, tan sureña, una maravilla viniendo del frío norte canadiense.
Una media hora después de dejar atrás Laredo las nubes se abrieron, mostrándome un maravilloso cielo azul del que no había disfrutado en mucho tiempo y el termómetro se disparaba hasta los 25ºC.
Cuando llegaba a mediodía pasábamos ya los 30ºC, que si pienso en que hace dos noches en Lethbridge estaban por debajo de -25ºC, me entra de todo.
Obviamente lo mismo que me encontraré en tres días cuando vuelva.
Mexicano 1: "Allá arriba hace siempre un chingo de frío, ¿no?"
Servidor: "Uno no, ¡dos!"
Así que, ¿agobiado por el calor, por la humedad del Caribe?, ¡¡sí, claro!!, ¡¡como para quejarme ahora!!, jajajaja... sudando y encantado, que para eso es unos días no más.
Os dejo por hoy a ritmo de rancheras... ¡¡ésto está padrísimo!!.
¡Un abrazo enorme!
Quién me iba a decir a mí, que iba a escribir una entrada en diciembre después de sudar la gota gorda a 31ºC, ¡positivos!.
De Laredo me mandaron más al sur, a Edingurg, donde cae plomo fundido mientras colocan las luces de Navidad, pero empecemos por el principio...
Con éstas entradas, el blog empieza a parecer una compilación de los sueños eróticos de Mario Picazo, pero lo cierto es que la ocasión bien lo merece.
El Apocalipsis llegó el pasado fin de semana a Alberta en forma de blizzard, o tormenta de nieve de agárrate y estate quieto.
Edmonton no había visto nada similar desde el 2003, y Calgary, siendo una ciudad de más de un millón de habitantes, estuvo incomunicada por vía terrestre y aérea durante distintos periodos del fin de semana.
Lo que más gracia me hace es pensar en lo que la gente que no vive por éstas latitudes (españoles, por ejemplo) asocia con el hecho de nevar: "Ohhhhh, que potito, ¡mira cómo caen los copitos!".
Pues bien, cuando viene una tormenta de ésta envergadura, la nieve no cae, la nieve vuela a una velocidad increíble en todas las direcciones, te barre, te azota, visibilidad nula... os hacéis una idea, ¿no?.
Habían avisado desde el jueves de que aquello iba a ser importante, se hablaba de unos 20 o 30 cm. de nieve, vientos por encima de 100km/h., pero hasta ahí nada demasiado particular, lo típico del invierno en Alberta.
Lo que pasó fue que por lo visto, la tormenta había estado haciendo halterofilia a escondidas, y cuando llegó a Calgary, aquello se convirtió en la segunda parte del "Día de Mañana".
Fotos del Vancouver Sun:
Oliver Ennis, Herald Reader
Vientos semi-huracanados de 130 km/h, y una cantidad de nieve como no se veía en años. Las autopistas de acceso se tuvieron que cortar al tráfico, así como la mayoría de vuelos en el aeropuerto.
El caos en la ciudad era total, ni taxis, ni autobuses, y el gobierno recomendando a los ciudadanos que por favor, se quedasen en casita decorando el árbol de Navidad.
Jennifer Riddel, Herald Reader
Yo tuve una suerte increíble, el jueves por la tarde (el día anterior a la tormenta) había cargado en Brooks, así que al menos pude llegar hasta la frontera, en la división entre Alberta y Montana.
El viernes amanecía descubierto para mí en Sweetgrass, con la impresionante visión en el horizonte de una barrera de nubes absolutamente negras que se acercaban con muy mal humor a gran velocidad.
Las caras de los camioneros que bajaban de Alberta, eran como si hubiesen visto un fantasma, y no paraban de repetir: "¡No os quedéis aquí!, tirad para el sur lo más rápido posible, ¡que viene!".
Y eso hicimos.
Me pasé todo el viernes escapando de la tormenta, llegué a coger algo de nieve en Wyoming, pero nada en comparación con la que había caído en Canadá. Afortunado, muy afortunado ésta vez.
De hecho, la empresa no paraba de mandar mensajes vía satélite a la flota, exigiendo a todos los conductores que se encontraban en el sur de Alberta, o yendo hacia allí, que estacionasen el vehículo hasta nueva órden.
Las noticias llegaron casi 24h. más tarde, con la apertura de la autopista al tráfico, pero la situación seguía siendo realmente complicada.
Total, que bajada hasta Laredo sin problemas, descanso de un día, y contento de catar 17ºC, que ya me parecían una barbaridad.
Llegaron las cargas de regreso, todas ellas en pueblos cercanos al Caribe (Edinburg, Mission...), en la zona más al sur que uno puede viajar en los EEUU.
¿Qué puedo decir de viajar por México... ¡perdón!, por el sur de Texas?, pues que cada vez me gusta más venir por aquí, son tantas cosas las que se vuelven familiares.
Lo primero el olor. Los olores se recuperan al entrar el termómetro en números positivos, la variedad de la vegetación junto con una comida similar a veces a la española, hacen una mezcla reconocible para mi pituitaria.
El idioma, ver TODO escrito en español, hasta los carteles para la re-elección del sheriff, escuchar el soniquete de tu lengua materna por todas partes, incluyendo la radio "Lupita... la que pone tus cansiones favoritas", esos temas de Camilo Sesto, de Jose Luis Perales... al que no se le escape casi una lagrimilla en ésta situación después de casi haberse congelado el culo hace una semana, es que no tiene corazón.
"¿Y cómo es él?, ¿a qué dedica el tiempo libreeeeeeee?".
Basado en hechos reales.
La gota que colma el vaso es ver sucursales del BBVA por todas partes, así que si juntamos todo ésto con la certeza de encontrar comida en condiciones en cualquier esquina, creo que viajar por el sureste tejano ha hecho que me enamore ya definitivamente de Mexico... y el que me diga que los pueblos a éste lado de la frontera no pertenecen a Mexico, que se dé un paseo conmigo y me lo demuestre.
La luz, esa luz tan blanca, tan sureña, una maravilla viniendo del frío norte canadiense.
Una media hora después de dejar atrás Laredo las nubes se abrieron, mostrándome un maravilloso cielo azul del que no había disfrutado en mucho tiempo y el termómetro se disparaba hasta los 25ºC.
Cuando llegaba a mediodía pasábamos ya los 30ºC, que si pienso en que hace dos noches en Lethbridge estaban por debajo de -25ºC, me entra de todo.
Obviamente lo mismo que me encontraré en tres días cuando vuelva.
Mexicano 1: "Allá arriba hace siempre un chingo de frío, ¿no?"
Servidor: "Uno no, ¡dos!"
Así que, ¿agobiado por el calor, por la humedad del Caribe?, ¡¡sí, claro!!, ¡¡como para quejarme ahora!!, jajajaja... sudando y encantado, que para eso es unos días no más.
Os dejo por hoy a ritmo de rancheras... ¡¡ésto está padrísimo!!.
¡Un abrazo enorme!
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jueves, 3 de diciembre de 2009
Icy nights
Ésta última semana he pasado dos noches de esas que no se olvidan.
La primera fue el pasado sábado. Parecía que las temperaturas empezaban a tomar la posición que les corresponde para éstas fechas, y la previsión hablaba de ligeras nevadas por el norte de Ontario.
A primera hora de la tarde me encontraba repostando en Nipigon y los primeros copos hacían acto de presencia, hasta ahí todo normal, rondábamos los 0ºC, y ya era de noche cerrada.
El viaje siguió sin mayores problemas hasta Kenora, había comenzado tarde ese día y la intención era llegar hasta Winnipeg sobre la medianoche.
En cuestión de diez minutos la temperatura se desplomó hasta los -12ºC, y en vez de nieve, comenzó a caer el temido freezing rain, gotas de lluvia que traspasan una capa a bajísimas temperaturas y que se congelan al entrar en contacto con el suelo o cualquier objeto, dejando un precioso glaseado por todas partes, que como podéis imaginar es de todo menos deseable para pasear por encima con un dieciocho ruedas.
La velocidad del tráfico descendía hasta los 40 km/h. que era lo máximo a lo que éramos capaces de circular en línea recta, los frenos cada vez tenían menos respuesta, y cada pequeño toque al volante se traducía en una embestida lateral del trailer, una auténtica gozada.
Justo antes de llegar a la línea que separa las provincias de Ontario y Manitoba, el tráfico estaba completamente parado.
En un pequeño repecho, un camión había perdido el control chocando frontalmente contra un coche, sin provocar heridos por suerte, debido a la poca velocidad que llevábamos.
Se formó una caravana de cientos de camiones, los usuarios principales nocturnos de la Transcanada, y en la conversación que mantuve con otros conductores, mientras comprobábamos el estado del asfalto, todos teníamos más o menos claro que Tráfico iba a cerrar la autopista, al menos hasta que echasen el pertinente producto para disolver algo del hielo que había sobre el asfalto.
Nada más lejos, nadie quería ser responsable de retrasos y demás pegas al día siguiente, y al ser justo en el límite interprovincial, cada una esperaba a que la otra diese el primer paso, cosa que lamentablemente no sucedió.
Después de recoger y limpiar la zona del accidente, alrededor de la medianoche, reabrieron la autopista.
El espectáculo dantesco, cientos de camiones a 30 km/h. deslizándose de un lado a otro de la autopista. El aspecto era terrible, la carretera tenía un extraño brillo, y no había ningún ruido de rozamiento con el suelo, prácticamente silencio total.
Lo malo de ésta zona de la Transcanadá es que no hay sitios donde estacionar el vehículo, e incluso el arcén tiene una ligera inclinación que no lo hace muy recomendable si no quieres acabar durmiendo de lado en la cuneta, así que no había más narices que seguir.
Yo sabía que había una pequeña gasolinera antes de llegar a Winnipeg, pero a esa velocidad íbamos a tardar horas.
Era imposible mantener el trailer en línea con la cabina, al tocar el acelerador la parte trasera de la cabina se iba ligeramente de lado, lo que desembocaba en un posterior golpe lateral del trailer que asomaba por los retrovisores como el rabo de un perro contento de recibir a su amo.
Para que os hagáis una idea de las condiciones (en mi caso de noche), ahí va un vídeo del pasado invierno por la misma Transcanada, del bueno de Roger, que se ha escapado sabiamente para España hace escasos días (¡gracias por el vídeo, Roger!):
Todos los músculos del cuerpo en tensión y el cansancio se empezaba a acumular, viendo además la espectacular imagen de otros camiones, delante y detrás, patinando como si aquello fuese la versión canadiense del "Lago de los Cisnes".
Cada minuto se hace eterno en esas condiciones, cualquier error, cualquier pequeño esceso de velocidad en una bajada y estás fuera.
Como pasa siempre, ahora me acuerdo casi con una sonrisa, pero en el momento, no sabes si "esa" es la noche en la que vas a tener un percance, el hielo lo convierte en una auténtica lotería, no se trata solo de sacar el manual de "conducción sobre hielo", bajar las revoluciones y quitar el automático (porque hasta un cambio de marchas te puede suponer una desgracia), hay una serie de variables como una mera ráfaga de viento, que no controlamos y pueden ser determinantes.
Finalmente, tras otras tres horas de suplicio, y cuando ya me acercaba a mi límite diário de horas al volante, aparecieron las luces de la gasolinera que comentaba antes.
Nos habíamos separado del convoy un grupo de unos ocho camiones, y en cuanto vimos la luz, empezamos a tirar del claxon, sacando algunos el brazo por la ventana en señal de victoria.
Sobra decir que ésta pequeña gasolinera tiene sitio para siete camiones, y esa noche aparcamos allí más de treinta, en las posiciones más creativas que he visto en mucho tiempo.
No sé si fue cosa de los trabajadores de la gasolinera o álguien pagó (porque todos iban chillando: "¡Yo invito!"), pero al entrar otro conductor me pasó un café, que después de lo sucedido sabía a auténtica gloria.
Parecíamos naúfragos rescatados después de días a la deriva, misma camaradería, mismas caras de cansancio y alegría, desde luego fue una de esas veces en las que el sencillo hecho de tener disponible leche, patatas o fruta al día siguiente en el supermercado es gracias a la infavalorada labor de unos cuantos locos dispuestos a pasar noches como esas ahí fuera.
A la mañana siguiente el triste espectáculo esperado.
La Transcanada parecía una de esas playas elegidas por las ballenas para ir a morir. Siete camiones volcados fuera de la carretera en un tramo de menos de cinco kilómetros, ellos no habían tenido tanta suerte, y los que tenían que tomar la decisión de cerrar el tráfico pensaron en otros inconvenientes por lo visto más importantes que la integridad física de esos "cuatro conductores poco cuidadosos".
Mi destino final era Saskatoon, donde conseguí llegar sin complicaciones la tarde siguiente, y donde pude descansar y dormir a pierna suelta.
Pero la semana no había acabado ahí...
De Saskatoon tenía una carga para Airdrie, al norte de Calgary, y las temperaturas no habían levantado cabeza desde hace días, así que las advertencias de tramos congelados y más freezing rain eran constantes por la radio.
Mismo escenario, misma película.
Horas de conducción para avanzar escasos kilómetros, circulando a poco más de 40 km/h., y viendo como varios coches se salían sin control delante de mis narices.
Paré finalmente a dormir, y al menos, desde la empresa me decían que hiciera lo que creyera conveniente, sin presionar en ningún momento, que se agradece una barbaridad en situaciones como esa.
Por lo demás, al final llegué a Calgary, merecido reposo del guerrero, y hoy salgo con destino al sur de Texas, donde unos fantásticos 20ºC me esperan según la previsión meteorológica, eso sí, cruzando antes Montana, Wyoming... veremos lo que deparan los siguientes días, ¡¡bienvenido de nuevo al crudo invierno!!.
Por cierto, casualmente, hoy hace un año que empecé a trabajar con H&R, y dos que vinimos por primera vez a vivir a Canadá, cuando aterrizábamos con aquella tremenda nevada en Toronto.
Por un lado parece que fue ayer, pero la verdad es que se ven las cosas de otra manera, han sido muchas experiencias, muchos viajes... en fín, ¡felíz Caniversario para nosotros!, seguiremos al pie de la brecha.
¡Buen fín de semana para tod@s!
La primera fue el pasado sábado. Parecía que las temperaturas empezaban a tomar la posición que les corresponde para éstas fechas, y la previsión hablaba de ligeras nevadas por el norte de Ontario.
A primera hora de la tarde me encontraba repostando en Nipigon y los primeros copos hacían acto de presencia, hasta ahí todo normal, rondábamos los 0ºC, y ya era de noche cerrada.
El viaje siguió sin mayores problemas hasta Kenora, había comenzado tarde ese día y la intención era llegar hasta Winnipeg sobre la medianoche.
En cuestión de diez minutos la temperatura se desplomó hasta los -12ºC, y en vez de nieve, comenzó a caer el temido freezing rain, gotas de lluvia que traspasan una capa a bajísimas temperaturas y que se congelan al entrar en contacto con el suelo o cualquier objeto, dejando un precioso glaseado por todas partes, que como podéis imaginar es de todo menos deseable para pasear por encima con un dieciocho ruedas.
La velocidad del tráfico descendía hasta los 40 km/h. que era lo máximo a lo que éramos capaces de circular en línea recta, los frenos cada vez tenían menos respuesta, y cada pequeño toque al volante se traducía en una embestida lateral del trailer, una auténtica gozada.
Justo antes de llegar a la línea que separa las provincias de Ontario y Manitoba, el tráfico estaba completamente parado.
En un pequeño repecho, un camión había perdido el control chocando frontalmente contra un coche, sin provocar heridos por suerte, debido a la poca velocidad que llevábamos.
Se formó una caravana de cientos de camiones, los usuarios principales nocturnos de la Transcanada, y en la conversación que mantuve con otros conductores, mientras comprobábamos el estado del asfalto, todos teníamos más o menos claro que Tráfico iba a cerrar la autopista, al menos hasta que echasen el pertinente producto para disolver algo del hielo que había sobre el asfalto.
Nada más lejos, nadie quería ser responsable de retrasos y demás pegas al día siguiente, y al ser justo en el límite interprovincial, cada una esperaba a que la otra diese el primer paso, cosa que lamentablemente no sucedió.
Después de recoger y limpiar la zona del accidente, alrededor de la medianoche, reabrieron la autopista.
El espectáculo dantesco, cientos de camiones a 30 km/h. deslizándose de un lado a otro de la autopista. El aspecto era terrible, la carretera tenía un extraño brillo, y no había ningún ruido de rozamiento con el suelo, prácticamente silencio total.
Lo malo de ésta zona de la Transcanadá es que no hay sitios donde estacionar el vehículo, e incluso el arcén tiene una ligera inclinación que no lo hace muy recomendable si no quieres acabar durmiendo de lado en la cuneta, así que no había más narices que seguir.
Yo sabía que había una pequeña gasolinera antes de llegar a Winnipeg, pero a esa velocidad íbamos a tardar horas.
Era imposible mantener el trailer en línea con la cabina, al tocar el acelerador la parte trasera de la cabina se iba ligeramente de lado, lo que desembocaba en un posterior golpe lateral del trailer que asomaba por los retrovisores como el rabo de un perro contento de recibir a su amo.
Para que os hagáis una idea de las condiciones (en mi caso de noche), ahí va un vídeo del pasado invierno por la misma Transcanada, del bueno de Roger, que se ha escapado sabiamente para España hace escasos días (¡gracias por el vídeo, Roger!):
Todos los músculos del cuerpo en tensión y el cansancio se empezaba a acumular, viendo además la espectacular imagen de otros camiones, delante y detrás, patinando como si aquello fuese la versión canadiense del "Lago de los Cisnes".
Cada minuto se hace eterno en esas condiciones, cualquier error, cualquier pequeño esceso de velocidad en una bajada y estás fuera.
Como pasa siempre, ahora me acuerdo casi con una sonrisa, pero en el momento, no sabes si "esa" es la noche en la que vas a tener un percance, el hielo lo convierte en una auténtica lotería, no se trata solo de sacar el manual de "conducción sobre hielo", bajar las revoluciones y quitar el automático (porque hasta un cambio de marchas te puede suponer una desgracia), hay una serie de variables como una mera ráfaga de viento, que no controlamos y pueden ser determinantes.
Finalmente, tras otras tres horas de suplicio, y cuando ya me acercaba a mi límite diário de horas al volante, aparecieron las luces de la gasolinera que comentaba antes.
Nos habíamos separado del convoy un grupo de unos ocho camiones, y en cuanto vimos la luz, empezamos a tirar del claxon, sacando algunos el brazo por la ventana en señal de victoria.
Sobra decir que ésta pequeña gasolinera tiene sitio para siete camiones, y esa noche aparcamos allí más de treinta, en las posiciones más creativas que he visto en mucho tiempo.
No sé si fue cosa de los trabajadores de la gasolinera o álguien pagó (porque todos iban chillando: "¡Yo invito!"), pero al entrar otro conductor me pasó un café, que después de lo sucedido sabía a auténtica gloria.
Parecíamos naúfragos rescatados después de días a la deriva, misma camaradería, mismas caras de cansancio y alegría, desde luego fue una de esas veces en las que el sencillo hecho de tener disponible leche, patatas o fruta al día siguiente en el supermercado es gracias a la infavalorada labor de unos cuantos locos dispuestos a pasar noches como esas ahí fuera.
A la mañana siguiente el triste espectáculo esperado.
La Transcanada parecía una de esas playas elegidas por las ballenas para ir a morir. Siete camiones volcados fuera de la carretera en un tramo de menos de cinco kilómetros, ellos no habían tenido tanta suerte, y los que tenían que tomar la decisión de cerrar el tráfico pensaron en otros inconvenientes por lo visto más importantes que la integridad física de esos "cuatro conductores poco cuidadosos".
Mi destino final era Saskatoon, donde conseguí llegar sin complicaciones la tarde siguiente, y donde pude descansar y dormir a pierna suelta.
Pero la semana no había acabado ahí...
De Saskatoon tenía una carga para Airdrie, al norte de Calgary, y las temperaturas no habían levantado cabeza desde hace días, así que las advertencias de tramos congelados y más freezing rain eran constantes por la radio.
Mismo escenario, misma película.
Horas de conducción para avanzar escasos kilómetros, circulando a poco más de 40 km/h., y viendo como varios coches se salían sin control delante de mis narices.
Paré finalmente a dormir, y al menos, desde la empresa me decían que hiciera lo que creyera conveniente, sin presionar en ningún momento, que se agradece una barbaridad en situaciones como esa.
Por lo demás, al final llegué a Calgary, merecido reposo del guerrero, y hoy salgo con destino al sur de Texas, donde unos fantásticos 20ºC me esperan según la previsión meteorológica, eso sí, cruzando antes Montana, Wyoming... veremos lo que deparan los siguientes días, ¡¡bienvenido de nuevo al crudo invierno!!.
Por cierto, casualmente, hoy hace un año que empecé a trabajar con H&R, y dos que vinimos por primera vez a vivir a Canadá, cuando aterrizábamos con aquella tremenda nevada en Toronto.
Por un lado parece que fue ayer, pero la verdad es que se ven las cosas de otra manera, han sido muchas experiencias, muchos viajes... en fín, ¡felíz Caniversario para nosotros!, seguiremos al pie de la brecha.
¡Buen fín de semana para tod@s!
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martes, 24 de noviembre de 2009
Getting lost around St. Jamestown
Ayer volvimos a pasarnos el día de paseo por Toronto, aprovechando la última visita a la Embajada Rusa (¡por fín!).
Para después de recoger los pasaportes, yo había planeado una rutilla a pie por Bloor St. hasta una tienda de instrumentos musicales, Long & McQuade, que hay "un poco más adelante", ya que ando detrás de una guitarra acústica en condiciones, y por lo que había visto en internet allí tenían un arsenal importante.
Resulta que en Norteamérica, el mero hecho de no saber exáctamente si una dirección es West o East, te puede suponer una diferencia de kilómetros, y para darle la razón al bueno de Murphy... era justo lo contrario de lo que mi memoria recordaba. Eso pasa por tenerlo clarísimo y no apuntarlo en un papel. Mea culpa.
Total, que nos dimos un paseo considerable, podríamos decir que en balde, pero lo cierto es que fuimos a dar a St. James Town, una zona de Toronto plagada de enormes edificios de apartamentos (considerada como una de las zonas con mayor densidad de población de Norteamérica), pero que tenía algunos parques y casas victorianas realmente atractivas, así que disfrutamos de perdernos por allí sacando unas cuantas fotos, y nos fuimos en metro hasta la dichosa tienda.
Para los interesados, iba con idea de probar un par de Martin, pero la verdad es que en el mismo rango de precios, tenían algunas Taylor fantásticas. Especialmente la 214ce, con sonido brillante y mucho cuerpo, bien ajustada, comodísima... vamos que caerá seguro.
La tienda es una gozada, dos plantas, tienen una cantidad de instrumentos nuevos y de segunda mano enorme, salas para probar amplis, y los dependientes muy majetes (nada agobiantes, que se agradece mucho).
Así que listos para funcionar sin los agobios de renovaciones de pasaportes o similares, y de vuelta a la carretera.
Os dejo con unas fotos de Yonge St. y Dundas Square, donde ya habían empezado a colocar el alumbrado navideño. A éste paso, dentro de unos años comenzarán a montarlo a finales de agosto... en fín.
Buena semana para tod@s y un abrazo bien grande.
Para después de recoger los pasaportes, yo había planeado una rutilla a pie por Bloor St. hasta una tienda de instrumentos musicales, Long & McQuade, que hay "un poco más adelante", ya que ando detrás de una guitarra acústica en condiciones, y por lo que había visto en internet allí tenían un arsenal importante.
Resulta que en Norteamérica, el mero hecho de no saber exáctamente si una dirección es West o East, te puede suponer una diferencia de kilómetros, y para darle la razón al bueno de Murphy... era justo lo contrario de lo que mi memoria recordaba. Eso pasa por tenerlo clarísimo y no apuntarlo en un papel. Mea culpa.
Total, que nos dimos un paseo considerable, podríamos decir que en balde, pero lo cierto es que fuimos a dar a St. James Town, una zona de Toronto plagada de enormes edificios de apartamentos (considerada como una de las zonas con mayor densidad de población de Norteamérica), pero que tenía algunos parques y casas victorianas realmente atractivas, así que disfrutamos de perdernos por allí sacando unas cuantas fotos, y nos fuimos en metro hasta la dichosa tienda.
Para los interesados, iba con idea de probar un par de Martin, pero la verdad es que en el mismo rango de precios, tenían algunas Taylor fantásticas. Especialmente la 214ce, con sonido brillante y mucho cuerpo, bien ajustada, comodísima... vamos que caerá seguro.
La tienda es una gozada, dos plantas, tienen una cantidad de instrumentos nuevos y de segunda mano enorme, salas para probar amplis, y los dependientes muy majetes (nada agobiantes, que se agradece mucho).
Así que listos para funcionar sin los agobios de renovaciones de pasaportes o similares, y de vuelta a la carretera.
Os dejo con unas fotos de Yonge St. y Dundas Square, donde ya habían empezado a colocar el alumbrado navideño. A éste paso, dentro de unos años comenzarán a montarlo a finales de agosto... en fín.
Buena semana para tod@s y un abrazo bien grande.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Transcanada lovers
Éstos días no he actualizado demasiado, porque básicamente no ha habido demasiadas novedades.
Seguimos haciendo Transcanada, de nuevo hacia Toronto, para recoger definitivamente los pasaportes de Inga, el viejo con los antiguos visados, (aún válidos algunos de ellos), y el nuevo.
Así que misma ruta, y gracias al clima tan benévolo que estamos teniendo, ésto son 3.400 km. de calma y tranquilidad, amigos.
Volveré con algunas fotos de Toronto, posiblemente para el martes, y mientras tanto, os dejo con "Convoy", del canadiense Paul Brandt, ya que anoche aparcamos junto a uno de los camiones de la empresa de Manitoba con su mismo nombre, que le prestó una de sus tractoras para filmar el vídeo, un Pete negro como el que conduce él en el vídeo.
¡A pasar buen fin de semana!
Seguimos haciendo Transcanada, de nuevo hacia Toronto, para recoger definitivamente los pasaportes de Inga, el viejo con los antiguos visados, (aún válidos algunos de ellos), y el nuevo.
Así que misma ruta, y gracias al clima tan benévolo que estamos teniendo, ésto son 3.400 km. de calma y tranquilidad, amigos.
Volveré con algunas fotos de Toronto, posiblemente para el martes, y mientras tanto, os dejo con "Convoy", del canadiense Paul Brandt, ya que anoche aparcamos junto a uno de los camiones de la empresa de Manitoba con su mismo nombre, que le prestó una de sus tractoras para filmar el vídeo, un Pete negro como el que conduce él en el vídeo.
¡A pasar buen fin de semana!
viernes, 13 de noviembre de 2009
Toronto street photography
Como dice el título, unas fotos del paseo del pasado lunes por las calles del centro de Toronto. Hoy por hoy, pocas cosas me hacen disfrutar más que pasear por una ciudad con vida, cámara en mano...
Si además tenemos en cuenta que éstas dos ultimas semanas hemos tenido temperaturas casi de verano por todo Canadá, con el buen rollito generalizado, ésto parecía un musical, los trabajadores partiéndose de risa, los conductores saludándose por las ventanillas, los bicipolis bailando mientras se zampan un burrito... (así que mejor si acompañáis las fotos con el vídeo que os dejo al final de la entrada).
Asustar palomas no es un divertimento exclusivo para niños...
Para los que disfruten de un horario de esos de los que casi no he catado en mi vida, librando los fines de semana... ¡por fín es viernes!, para los que no, que tengáis igualmente un día maravilloso.
¡Un abrazo!
Si además tenemos en cuenta que éstas dos ultimas semanas hemos tenido temperaturas casi de verano por todo Canadá, con el buen rollito generalizado, ésto parecía un musical, los trabajadores partiéndose de risa, los conductores saludándose por las ventanillas, los bicipolis bailando mientras se zampan un burrito... (así que mejor si acompañáis las fotos con el vídeo que os dejo al final de la entrada).
Obras en Yonge Street
No hay nada más bonito que esa sonrisa entre sincera y nerviosa, que soltamos cuando un desconocido nos pregunta si nos puede tomar una foto.
"I´m walking on sunshine, whoooa, I´m walking on sunshine, whooa, and don´t it feel good!"
CN Tower
Asustar palomas no es un divertimento exclusivo para niños...
Aprovechando el Sol de uno de los fantásticos días que estamos teniendo éste noviembre, Plaza de Dundas.
¡¡No todo va a ser trabajar!!
"No disparar JAMAS en contra del Sol", "Escoger horas de luz lejos del mediodía", y la mía... "Las reglas están para romperlas, ésta incluída"
Hockey Hall of Fame
Para los que disfruten de un horario de esos de los que casi no he catado en mi vida, librando los fines de semana... ¡por fín es viernes!, para los que no, que tengáis igualmente un día maravilloso.
¡Un abrazo!
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miércoles, 11 de noviembre de 2009
BAPS Shri Swaminarayan Mandir, Toronto
Éstos días hemos andado algo desconectados debido a la escasez habitual de conexión a internet en la Transcánada, y a lo justo que teníamos el tiempo para llegar a Toronto, así que aquí estamos, después de pasar un par de días libres, incluyendo la cita con la Embajada Rusa, que pasó sin mayores disgustos.
Aprovechando la visita, y ya que me encuentro actualmente leyendo varios libros sobre India, decidimos acercarnos al Mandir de Toronto, un impresionante templo hinduista situado al norte de la ciudad, al que no alcanzan a describir ni las palabras, ni las fotografías que os voy a colgar aquí.
Ésta brutalidad de templo, casi exclusivamente de mármol, se levantó en un año y medio, y se inauguró a mediados del 2007, gracias al trabajo de más de 400 voluntarios.
Lo sorprendente es que no cuenta con ferralla o estructura metálica interior de ningún tipo, así como de tornillos o medios de sujección similares, todo se ensambló como si de un enorme puzzle de unas 24.000 piezas se tratase, tal y como se desarrollaban las obras de los primeros Mandir en India, hace más de 2.000 años.
Todos los grabados y esculturas fueron realizados en India por 1.800 expertos artesanos, para trasladarlos después por barco hasta Canadá.
Los 40 millones de dólares que costó la obra fueron costeados integramente por donaciones de hindus de todo el planeta, y llevada a cabo por la organización BAPS Swaminarayan Sanstha, que se dedica a promover el hinduismo, así como a realizar labores sociales dentro y fuera de La India.
El complejo del BAPS Shri Swaminarayan Mandir se completa con el Haveli (típica construcción India del siglo XVII, con unos increíbles tallados en madera), y el Museo de Patrimonio Indo-Canadiense.
La entrada al complejo es totalmente gratuita, y cuenta con un amplio aparcamiento, así que todo aquel que esté mínimamente interesado en la cultura Hindu, o simplemente en arquitectura o escultura, que se pase, porque realmente es sobrecogedor.
En el interior (quizá la obra más impresionante), no se pueden realizar fotos, así que os cuelgo un par extraídas de su página web.
Pasear entre las columnas, con las miles de esculturas esculpidas en mármol, aunténticas obras de arte todas ellas diferentes, junto con el sonido de los sitares y mantras que suenan por los altavoces, o que provienen de los rituales que se efectúan dos veces al día, etc... es una experiencia fantástica.
El Mandir de Toronto está construído de forma similar al enorme Swaminarayan Akshardham de Delhi.
Prácticamente idénticos al de Toronto, encontramos otros BAPS Swaminarayan Mandir en Chicago, Houston, Atlanta, Londres o Nairobi.
Así que lo dicho, si caéis por Toronto y tenéis una tarde sin demasiados planes, haced una visita al Mandir, que merece la pena.
Aprovechando la visita, y ya que me encuentro actualmente leyendo varios libros sobre India, decidimos acercarnos al Mandir de Toronto, un impresionante templo hinduista situado al norte de la ciudad, al que no alcanzan a describir ni las palabras, ni las fotografías que os voy a colgar aquí.
Ésta brutalidad de templo, casi exclusivamente de mármol, se levantó en un año y medio, y se inauguró a mediados del 2007, gracias al trabajo de más de 400 voluntarios.
Lo sorprendente es que no cuenta con ferralla o estructura metálica interior de ningún tipo, así como de tornillos o medios de sujección similares, todo se ensambló como si de un enorme puzzle de unas 24.000 piezas se tratase, tal y como se desarrollaban las obras de los primeros Mandir en India, hace más de 2.000 años.
Todos los grabados y esculturas fueron realizados en India por 1.800 expertos artesanos, para trasladarlos después por barco hasta Canadá.
Los 40 millones de dólares que costó la obra fueron costeados integramente por donaciones de hindus de todo el planeta, y llevada a cabo por la organización BAPS Swaminarayan Sanstha, que se dedica a promover el hinduismo, así como a realizar labores sociales dentro y fuera de La India.
El complejo del BAPS Shri Swaminarayan Mandir se completa con el Haveli (típica construcción India del siglo XVII, con unos increíbles tallados en madera), y el Museo de Patrimonio Indo-Canadiense.
La entrada al complejo es totalmente gratuita, y cuenta con un amplio aparcamiento, así que todo aquel que esté mínimamente interesado en la cultura Hindu, o simplemente en arquitectura o escultura, que se pase, porque realmente es sobrecogedor.
En el interior (quizá la obra más impresionante), no se pueden realizar fotos, así que os cuelgo un par extraídas de su página web.
Pasear entre las columnas, con las miles de esculturas esculpidas en mármol, aunténticas obras de arte todas ellas diferentes, junto con el sonido de los sitares y mantras que suenan por los altavoces, o que provienen de los rituales que se efectúan dos veces al día, etc... es una experiencia fantástica.
© Charles Bray
© Charles Bray
El Mandir de Toronto está construído de forma similar al enorme Swaminarayan Akshardham de Delhi.
Prácticamente idénticos al de Toronto, encontramos otros BAPS Swaminarayan Mandir en Chicago, Houston, Atlanta, Londres o Nairobi.
Así que lo dicho, si caéis por Toronto y tenéis una tarde sin demasiados planes, haced una visita al Mandir, que merece la pena.
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